Facundo David Francisco González[1]
Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo reconocer críticamente algunas formas que emergen de la configuración supra e infra hábitat a partir del análisis de experiencias de producción de hábitat en la puna (con el pueblo Kolla de Hurcuro) y en el chaco (con la comunidad Wichí de El Cocal) en la provincia de Salta (2017-2018). Las dos experiencias parten de proyectos de extensión de una Universidad Nacional argentina y emergen como espacios que permiten mirar la (re) producción de sentidos de hábitat en actores culturalmente diferentes al occidental. Para estudiar este tipo de escenarios nos basamos en el abordaje conceptual de la sociología de las ausencias y la sociología de las emergencias, proveniente de la propuesta de epistemologías de sur- que busca restituir presencias en la experiencia social y la ampliación de las expectativas sociales de quienes habitan determinado territorio (Santos, 2006). Ambos proyectos tienen como disparador del caso en estudio a la dimensión energética, como materialidad en la producción de hábitat y como vía de acceso a sentidos y significaciones expresadas en monoculturas y ecologías. Un emergente del trabajo señala la necesidad de revisar y complejizar el carácter otorgado a los sujetos y objetos que se constituyen como destinatarios de las políticas públicas de hábitat.
Palabras clave: Hábitat, ecología, monocultura, política pública.
Introducción
El conocimiento sobre cómo viven las personas en contextos de diversidad cultural, en territorios marcados por tensiones entre actores que conciben el ser y estar en el mundo de formas diferentes y -a veces- contradictorias, con vinculaciones coloniales históricas, constituye un elemento de particular interés para nosotros. Para estudiar este tipo de escenarios nos basamos en el abordaje conceptual de la sociología de las ausencias (Santos,2009) -proveniente de la propuesta de epistemologías de sur (Santos, 2006)- que busca restituir presencias en la experiencia social. Esto en conexión con una sociología insurgente, que dé cuenta de los procesos a partir de los cuales “lo que no existe”, es producido activamente como no existente, como una alternativa no creíble, como una alternativa descartable, invisible a la realidad hegemónica del mundo” (Santos, 2006, p.23). Finalmente, desde el abordaje conceptual de la sociología de las emergencias (Santos, 2009) buscamos reconocer y contribuir a la ampliación de las expectativas sociales de quienes habitan determinado territorio, permitiendo: “(…) abandonar esa idea de un futuro sin límites y reemplazarla por la de un futuro concreto, basado en estas emergencias: por ahí vamos construyendo el futuro” (Santos, 2006, p.23).
Esta investigación aborda dos experiencias de trabajo de la Universidad Nacional de Salta, con comunidades indígenas: por una parte, 1- el Proyecto de Extensión denominado “La Misión-Rivadavia: diagnóstico e intervención socio técnica para la mejora del hábitat de comunidades originarias Wichí en el Chaco Salteño” y 2- el proyecto de mejora del hábitat denominado “Agua Caliente para los Hurcureños”. Ambas experiencias se localizan en las zonas catalogadas como dos de las más pobres del país (INDEC, 2018): chaco salteño y puna salteña. Estas regiones además de caracterizarse por su diversidad cultural y ambiental presentan indicadores de desnutrición, salud, educación y acceso a la energía negativos: el chaco salteño muestra una de las tasas de mortalidad infantil más alta, mientras que en la puna salteña el acceso a la educación primaria es restringido a quienes se encuentran cerca de algún pueblo, por señalar dos aspectos que marcan fuertemente a estos territorios. Además, las disputas por la propiedad de la tierra, el avance de la frontera agraria/minera atentan y avasallan las formas de habitar de estas comunidades.
El Estado -en vinculación con el mercado- aborda estas situaciones desde una visión occidental que no ha dado resultados positivos pues la situación resulta cada vez más preocupante. De esta forma, la extensión del Modelo Civilizatorio Moderno Colonial (MCMC) ha expulsado a las comunidades de sus tierras y las ha obligado a adoptar nuevas formas de habitar y a reconfigurar su vinculación con el ambiente, los criollos y otras comunidades. En este sentido, creemos que es posible encontrar elementos que den cuenta de ese proceso de colonización e imposición colonial y la consecuente incorporación al orden capitalista. Así, encontramos como “de repente” el pueblo Wichí es noticia por las muertes de niños por desnutrición “por cuestiones culturales”, los caciques asesinados “por invadir propiedad privada”; sin considerar que el avance de la frontera agraria los expulsa del monte profundo[2].
Ambas experiencias parten de proyectos de extensión de una Universidad Nacional argentina y emergen como espacios que permiten mirar la (re) producción de sentidos de hábitat en actores culturalmente diferentes al occidental. Somos conscientes de que el registro de experiencias es una manera de aproximarse al reconocimiento de las marcas del MCMC, que hegemoniza las formas de habitar nuestro territorio, y que pueden ejemplificarse en los modos de producción de la ciudad/ hábitat urbano, creemos esencial la comprensión de las formas de hábitat de comunidades no urbanas, que no se enmarca en la forma binaria de pensar lo urbano/rural. Las comunidades indígenas expresan un ejemplo paradigmático de resistencia al MCMC desde los inicios de la colonización. Aunque esto no implica que los pueblos indígenas permanezcan inmutables –como tampoco los colonizadores– desde el momento de la colonización.
Si entendemos hábitat como una territorialidad, marcada por la experiencia de habitar, concebido desde el ejercicio de producción y reproducción de sentidos que cristalizan en dimensiones supra e infra hábitat, entonces el hábitat se configura en este trabajo como un objeto doblemente descentrado. Lo supra hábitat refiere a los designios del MCMC, expresado en lógicas de producción de monocultura y formas de pensamiento abisal (Santos, 2009). Mientras que la dimensión infra representa elementos del hábitat asociados a la memoria y a la resistencia, posibles de visualizar mediante el trabajo de traducción intercultural y el diálogo de saberes. Trabajaremos con amplitud esta propuesta en el próximo capítulo. Se subraya el carácter no dado del hábitat, la experiencia de habitar y en ese sentido, el enfoque comunicacional de producción de sentidos nos permite ingresar desde una perspectiva privilegiada a ese proceso de construcción de territorio/hábitat.
Así, la comprensión de los procesos de construcción de sentidos sobre hábitat de una comunidad implica pensar- como ya se mencionó- desde tres planos: a) Sociología de las Ausencias (Santos, 2009): el plano de las ausencias y la producción de la no existencia como modo disciplinador del MCMC, sostenido a partir de la razón metonímica[3] que (re) produce lógicas de monocultura. Aquí se plantea como ejercicio de disputa de sentidos el empleo de la sociología de las ausencias y las ecologías de saberes, tiempo, reconocimiento, escalas y productividad. b) Sociología de las Emergencia (Santos, 2009): en el plano de las emergencias y la imposibilidad de construir expectativas alternativas al orden de la razón proléptica[4] y el progreso moderno se presenta la sociología de las emergencias y la construcción de proyectos de hábitat alternativos. c) Intelectual de Retaguardia (Santos, 2006): planteamos el trabajo intelectual a partir de la idea de intelectual de retaguardia, preocupado y comprometido con las luchas de los movimientos contrahegemónicos.
De esta forma, y atendiendo la necesidad de estudiar el hábitat desde una mirada que incluya la comprensión de los sentidos asociados a él, se configuran las preguntas del problema de investigación: ¿Cómo se diseñan -y esencialmente implementan- experiencias que produzcan sentidos de hábitat respetuosos y atentos con la diversidad de modelos invisibilizados por el MCMC? ¿Qué sentidos de hábitat se producen y circulan cuando interviene la Universidad – como voz autorizada- en el territorio? ¿De qué forma es posible, considerando los parámetros geopolíticos y epocales, pensar formas de producción intercultural del hábitat? ¿Qué papel cumplen los actores -investigadores, académicos, científicos, técnicos- que participan de experiencias de hábitat en los contextos de diversidad cultural?
A partir de estos interrogantes configuramos como objeto de estudio las relaciones expresada en la configuración de las dimensiones supra e infra hábitat en el desarrollo de dos experiencias orientadas a la producción de hábitat en la Puna Salteña y el Chaco Salteño (2017-2018). En ese sentido, el objetivo del trabajo consiste en reconocer algunas formas que emergen de la configuración supra e infra hábitat a partir del análisis de experiencias de producción de hábitat en la puna y en el chaco salteños, en Salta (2017-2018). El caso de estudio está constituido por dos experiencias producidas a partir del trabajo de extensión de miembros y colaboradores del Instituto de Investigaciones En Energía No Convencional (INENCO) con comunidades Kollas y Wichí. A continuación, nos proponemos presentar brevemente ambas experiencias tomando como ejes organizadores cada uno de los proyectos.
Condiciones para trabajar en el Chaco: contextualización de La Misión
El chaco salteño forma parte de una zona denominada el gran Chaco Gualamba. Esta región geográfica comprende territorios de tres países: Argentina, Bolivia y Paraguay. Sus límites naturales están dados al Oeste por la pre cordillera andina, al Norte por los Llanos de Chiquitos y las prolongaciones serranas del Mato Grosso, al Este por el río Paraguay y al Sur por el Saladillo o río Dulce. Dentro del mapa de la provincia de Salta, los departamentos de Orán, San Martín y Rivadavia, ocupan el extremo norte del Chaco, con una superficie estimada en 64.000km2,ocupando la zona de tierras bajas. El Chaco Salteño ofrece una de las más generosas variedades vegetales y zoológicas no sólo del país sino del mundo entero [Ver mapa N°1].
Mapa N°1: Localización de Rivadavia en el mapa físico-político de la provincia de Salta
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google.
En esta región encontramos a la comunidad Wichí de La Misión que está constituida por tres grupos distribuidos al noreste de Rivadavia (Departamento de Rivadavia, Provincia de Salta) al sur del río Bermejo, hacia el este de la Ciudad de Salta, a 379 kilómetros por ruta provincial (RP) 13, atravesando la zona de valles de la Provincia de Jujuy [Ver mapa N°2].
Mapa N°2: Ruta Salta-Rivadavia
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google.
Las comunidades que constituyen La Misión son el grupo homónimo asentado en las inmediaciones de Rivadavia, El Cocal ubicado a 15 km. de la cabecera departamental y Fiscal 30 a una distancia de 30 km., cercano a los márgenes del Bermejo [Ver mapa N° 3].
Mapa N°3: Distribución de comunidades de La Misión
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google.
El grupo de La Misión tiene alrededor de 1000 habitantes, de los cuales el 75% son menores de edad, cuentan con una Escuela exclusiva para la comunidad y entre el personal docente existen auxiliares bilingües, ya que la mayoría de los niños sólo hablan Wichi hasta el momento de escolarización occidental. En esta localidad reside el cacique de toda la comunidad, quien además es el presidente de la Organización No Gubernamental Amtena –que significa Hola en Wichí– que nuclea jurídicamente a las tres comunidades. Al momento del encuentro con el cacique, Joaquín[5] nos advirtió que la comunidad adoptó comportamientos de la política criolla, incorporándose a la misma figuras de liderazgo moderno como los referentes políticos partidarios de la comunidad, y que allí no era conveniente conversar y/o entrevistar a otros referentes, por fuera del cacique, ya que la comunidad es la más grande y no es saludable generar expectativas que se crean a partir de la presencia de personas e instituciones (como el INENCO), ajenas a la comunidad. Además, el cacique nos señaló que están tratando de resolver conflictos internos, pues lo que ellos llaman “criollización” –que no es más que el contacto estable con los criollos y la adopción de algunas de sus formas- implica que jóvenes de la comunidad desarrollen adicciones o una mirada crítica hacia su cultura renegando de sus orígenes e incluso negándolos. Sobre esto el Cacique señala:
La cosa que lamentamos más es cómo, no conformes con quitarnos las tierras, arrinconándonos cada vez más a los pueblos donde pasamos a ser pobretones; le meten su cultura a nuestros niños en la escuela, empieza a llevarnos nuestros jóvenes a que ataquen contra nuestras costumbres y que algunos nieguen su origen para tener un mejor trabajo en la ciudad. Encima el paco y la cerveza se metió aquí en La Misión y la policía encierra a nuestros chicos. Tenemos mucho trabajo que hacer para resolver estos conflictos (Cacique, 2017)
El Cacique expresa una situación que, ante los ojos occidentales resulta común, pues son problemas urbanos. Pero entendemos que detectó la instancia en que el MCMC actúa con más fuerza en la conciencia de los jóvenes de su comunidad y es en la escolarización. Los modelos educativos occidentales legitiman una forma de saber, de conocer, deslegitimando otros ámbitos como prácticas y rituales que considera paganos y premodernos. Aunque los auxiliares bilingües son –o debieran ser- miembros de la comunidad, la autoridad en el aula sigue siendo un docente formado por un sistema que niega otras ecologías y erige a lo moderno occidental como “la cultura”. Durante el primer viaje, estuvimos un día en Rivadavia y visitamos la escuela de La Misión, allí conversamos con un grupo de maestras y al comentarles que pretendíamos trabajar con comunidades la directora nos señaló que:
Todos vienen con muchas ganas de ayudar. Yo vine desde Tartagal por eso mismo, pero es imposible mientras ellos sigan queriendo ser Wichí antes que argentinos, mientras quieran seguir viviendo en el monte y le enseñen su lengua antes que la nuestra (Directora, Escuela La Misión, 2017)
La docente, desde una actitud de buena fe, nos interpela respecto de las posibles consecuencias de nuestro trabajo al vincularnos con comunidades indígenas. Ella, y en acuerdo con su cuerpo docente, reproduce mandatos y designios del modelo colonial. Nada por fuera existe o es válido. Luego de La Misión nos dirigimos a la comunidad de Fiscal 30, donde habitan alrededor de 50 personas, la mayoría de ellos niños. Esta comunidad, si bien responde a la organización Amtena, no presenta una estructura de organización concreta, debido quizás a su reciente asentamiento en tierras que aún se encuentran en disputa judicial:
El finquero dice que es suyo, que se lo compró al Estado en la época de Romero [ex gobernador de Salta], nosotros nacimos aquí hace 50 años, y la policía expulsó a nuestros padres, hoy volvimos a recuperar la tierra de nuestros abuelos. No tenemos miedo, ya mataron a otros, que vengan con sus pistolas, nosotros aguantamos (Jeremías, miembro de la comunidad de Fiscal 30, 2017)
Jeremías enuncia una experiencia muy ilustrativa del territorio donde nos encontrábamos. La expulsión de las comunidades por parte de sectores empresariales, al margen de la justicia, es moneda corriente. La situación se remonta a los años 90 cuando el Estado Provincial remató grandes volúmenes de tierras a precios marginales. En el caso del chaco, entre los aserraderos legales e ilegales y el avance de la producción sojera presionaron el desalojo de comunidades del monte profundo hacia sectores urbanos o circundantes:
Pareciera que de repente estamos aquí, aparecimos como de la nada, pero no, lo que pasa es que antes no les interesaban nuestras tierras, porque hace mucho calor y la agricultura común no se daba, pero ahora con la soja y el desmonte nos corrieron. No es que no había indios antes, estábamos en nuestras tierras y ahora nos sacaron (Jeremias, 2017)
Jeremías expresa una situación contemporánea regular, de repente emergen situaciones problemáticas para los Estados en cualquiera de sus niveles. Los problemas que involucran al pueblo Wichí, como actores dentro del diseño de una política pública no tienen más de medio siglo, y el Estado nacional –considerando la extensión actual de su territorio- tiene menos de 200 años. Es decir, aunque las tierras en disputa están habitadas por las comunidades Wichí -entre otras- desde antes de la colonización, el Estado asumió su propiedad para luego vendérselas a sectores privados, concentrados y extractivistas.
Al presentar, estas dos comunidades, situaciones de una complejidad para la cual nuestro grupo de trabajo no contaba con herramientas pertinentes para ayudar a resolver, decidimos trabajar con El Cocal, desde donde originalmente salió la demanda de asistencia. En el Cocal existe una estructura organizacional sólida, debido a su trayectoria que incluye propiedad colectiva de la tierra, organización comunitaria para la producción de alimentos y un vínculo de asistencia solidaria entre los habitantes. La comunidad incluye 12 familias distribuidas en la misma cantidad de viviendas. Entre sus 80 habitantes, aproximadamente, más de 50 son niños que asisten a la Escuela Bilingüe El Cocal. A diferencia de la situación de La Misión, en El Cocal la Escuela representa un espacio de apropiación por parte de la comunidad. Esta pequeña Escuela cuenta con un Director que, además de sus funciones pedagógicas, es responsable administrativo del funcionamiento de la institución, en general, y del comedor escolar, en particular. La persona que ejerce como director vive de lunes a viernes en la Escuela y durante los fines de semanas y vacaciones retorna a su ciudad de origen, cercana a la capital salteña. Durante el primer viaje, éste nos comenta:
Yo siempre trabajo en zonas rurales, a mí me gusta, y en mi experiencia con comunidades originarias, esta ha sido una experiencia muy exquisita. La mejor experiencia que tuve. El referente de la comunidad y a veces el cacique que está en La Misión me ayudan a coordinar las tareas con la comunidad. Usted vio, si ellos se involucran es mejor, sobre todo porque es difícil estirar el presupuesto del comedor y de la limpieza y siempre hay gente de ellos dispuesta a ayudar (Director El Cocal, 2017)
Entre las potencialidades, observamos la buena relación entre el director y los habitantes de la comunidad, y esto se expresa incluso en el respeto con el que se refiere el director:
Yo aquí vengo a ayudar, a compartir lo que sé, pero ellos me han enseñado mucho, incluso los niños, sus conocimientos en la manipulación de las bondades de la naturaleza me parece que está desaprovechada y mal vista (…) una vez tenía dolores de espalda, muy fuertes, me trajeron palo santo y un té de un yuyo que crece en el río y fui mejorando (Director El Cocal, 2017)
El director expresa de alguna manera la dinámica de una relación más armoniosa entre formas de saberes y quehaceres distintas, e incluso expresa empatía. Esto hace sospechar que gran parte de la solidez se apoya en este buen vínculo. Por otro lado, los dos docentes –responsables de plurigrados- comparten la visión del director y han asumido actitudes similares. Estas disposiciones han orientado la interacción con la comunidad hacia relaciones de complementariedad, diálogo y respeto. No obstante, una de las docentes expresa:
Nos llevamos muy bien con la comunidad, sin ellos sería imposible sostener esta institución y su función que es la de educar a sus hijos. Pero también encontramos un límite en cuanto al orden de las prácticas institucionales. Por ejemplo, si un niñito se lastima, se hace un tajo, para nosotros hay que llevarlo urgente a la salita de Rivadavia para que vean los médicos qué hacen. En cambio, ellos tienen lo que nosotros llamamos ´sus maneras´ de resolver problemas y lo atiende la anciana de la comunidad. Nosotros respetamos eso, pero si vemos que el niñito no se mejora insistimos en llevarlo a la salita. Este respeto por sus culturas nos dio margen para poder trabajar sin resistencia (Maestra de Escuela El Cocal, 2017).
La maestra nos ilustra una estrategia sobre la que se asienta la relación que establecieron con la comunidad. Al referirse a las negociaciones asumidas, da cuenta de cierta empatía que reconoce el valor de las prácticas de la comunidad, aunque con límites establecidos. Respecto de la situación de salud, específicamente, el MCMC ha establecido una división del trabajo que dota a la medicina occidental de la exclusividad en la atención las dolencias, negando otras formas posibles. Aquí, los docentes no establecen la línea abisal de forma rígida, logran perforarla desde un lugar de reconocimiento y empatía. Por otro lado, los hombres que nos recibieron en El Cocal nos comentaron que la comunidad cuenta con experiencias de trabajo conjunta con organismos del Estado y ONGs:
El INTA nos capacitó en el armado de huertas, nosotros no estábamos acostumbrados en eso, nosotros somos buscadores, lo que el monte y el rio nos da es lo que comemos. Pero como los criollos nos sacaron de nuestras tierras y casi de nuestro rio, nos vino bien para subsistir (José, referente de El Cocal, 2017)
Varios organismos del Estado y ONGs establecieron contacto en el Chaco salteño, sobre todo con el avance de la frontera agrícola y sojera. Estos actores se constituyen como auxiliares, paliativos, a una situación del arrinconamiento y achicamiento que sufren los pueblos indígenas, en este caso el Wichí. El Estado actúa como la mano colonial del MCMC, definiendo las acciones que ponen a disposición grandes extensiones de tierras distantes de las grandes urbes. El capitalismo, por su parte, se presenta como el impulso al progreso y a la modernidad, sostenida esencialmente en la fetichización de la soja, que demanda desmontar bosques nativos en los que la naturaleza –vegetal y animal- y los pueblos que en ella habitan se presentan como un obstáculo (Gonzalez, 2020). Sobre la situación de desmonte y expulsión, el referente de El Cocal nos cuenta:
Sabemos que ellos tienen el apoyo de los gobiernos y están aliados con la policía, si usted escuchara el ruido cuando muere la naturaleza, las topadoras y sus grandes cadenas, uno siente que muere en parte. Aquí estamos rodeados de fincas que desmontaron y alambraron incluso el río y si nos ven metiéndonos no tiran churinchazos (Referente de El Cocal, 2017)
Si el colonialismo actúa como anulación de otras formas de comprender y hacer el mundo, encumbrando a lo occidental, el capitalismo le agrega agresividad y crueldad en la mercantilización del ambiente y las relaciones con él. No sólo no existen o son incivilizados, también representan un obstáculo para la promesa del progreso. Ya avizoramos en esta instancia, la complementariedad de Colonialismo y Capitalismo, representados en este caso en Estado y Mercado.
Cocinas a base de Biomasa[6] para El Cocal
El proyecto de Compromiso Social Universitario denominado “La Misión-Rivadavia: diagnóstico e intervención socio técnica para la mejora del hábitat de comunidades originarias Wichí en el Chaco Salteño” -aprobado mediante Res. -2016-2371-E-APN-SECPU#ME- se diseñó durante el segundo semestre del año 2016 y se presentó a la convocatoria de la Secretaría de Políticas Universitarias de ese año. La formulación surge producto del contacto de miembros del INENCO que desarrollaron proyectos de destiladores de agua solares[7] para comunidades indígenas y criollas en el territorio del Chaco salteño durante los años 2010 al 2015[8]. Este vínculo, que permitió que el INENCO sea reconocido como una institución de ciencia y desarrollo tecnológico en esa región, sirvió para que el cacique Wichí de la comunidad La Misión se comunicara, mediante un “amigo” suyo, con personal de INENCO. Joaquín, militante social y sociólogo radicado en la zona, desplegó la estrategia de acercamiento al instituto y acercó las inquietudes a diferentes grupos de trabajo. Su acercamiento a parte del grupo de trabajo Planificación Energética y Gestión Territorial (Peyget) del INENCO incluyó comunicación vía correo electrónicos, mensajes de textos y reuniones.
Joaquín nos trasmitió que la comunidad deseaba contar con luz en sus viviendas durante la noche y que la cocina de la Escuela Bilingüe demandaba más leña de la que podían costear –ya que el Estado no se hace cargo de este insumo- para la cocción de las cuatro comidas de los niños que allí asisten. El proyecto fue formulado por parte del Peyget debido a la premura –cierre de la convocatoria-, las distancias y la brevedad del formulario para la postulación. Como los fondos máximos posibles a otorgar eran $ 40.000, por una cuestión de costos se decidió –en acuerdo con el Cacique de La Misión- que se comprarían como bienes transferibles a la comunidad 3 Cocinas a base de Biomasa para la Escuela de El Cocal con el objetivo de hacer eficiente el uso de la chamiza[9] que rodea la comunidad creando biomasa para producir energía.
La convocatoria, de tinte transferencista, demandaba un acta-compromiso[10] por parte de la comunidad nucleada en una organización jurídica. Por este motivo, el proyecto lleva el nombre de La Misión, que contiene las tres comunidades antes mencionadas, nucleadas en Amtena. Además, la formulación demandaba procesos formativos entre los estudiantes y profesionales participantes y “la generación de una conciencia social universitaria al servicio de la comunidad”. En un intento de superar esta forma vertical de entender la ciencia y los vínculos entre la comunidad y la Universidad se incluyeron en el proyecto instancias de talleres de capacitación para todos los miembros del proyecto a modo de coproducción de tecnologías de hábitat. Sin asumirlo, o expresarlo de manera totalmente consciente, intentábamos cruzar la línea abisal para producir lo que llamábamos “hábitat respetuoso”. Más adelante, en instancias de discusión del grupo de trabajo arribaríamos a enunciados y categorías que expresarían de forma más clara cómo entendemos la producción de tecnologías sociales y de hábitat.
Por parte de la UNSa participaron miembros del INENCO y colaboradores, entre ellos físicos, comunicadores, antropólogos, recursólogos, personal técnico del INENCO, sociólogos, licenciados en energías renovables, etc. Desde diferentes campos del saber científico occidental, pero con el compromiso de colaborar en la transformación social sin que eso devenga en un abandono de las formas de hacer y saber de las comunidades, pensamos que el proyecto, en su formulación era absolutamente viable, en el proceso adquirió pretensiones más complejas. Así vemos cómo en este proyecto la “transferencia” de cocinas de biomasa se presentó como un medio para poder acercarnos a la comunidad y pensar junto a ellos formas de producir tecnologías sociales para el hábitat. Sin expresarlo en el proyecto, estábamos construyendo un puente que nos ayudaría a repensar nuestras prácticas como académicos al momento de diseñar tecnologías de hábitat (equipos tecnológicos, formas de intervención, etc.), al mismo tiempo que empezábamos a construir con la comunidad herramientas que les permitieran disputar los sentidos de las tecnologías que otros actores les ofrezcan en el futuro.
Condiciones para trabajar en la Puna: contextualización de Hurcuro
El proyecto “Agua caliente para los hurcureños” se implementó en Hurcuro, poblado perteneciente al departamento Los Andes de la Provincia de Salta, el acceso se realiza por la ruta provincial Nº 38 a 30 km. de la ciudad San Antonio de los Cobres y 170 km de la capital provincial [Ver mapa N°4].
Mapa N°4: Localización de San Antonio de los Cobres en el mapa físico-político de la provincia de Salta
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google
El lugar se encuentra inserto en la Puna Salteña, con altitudes entre los 3700 a 4000 m.s.n.m. El clima característico de la región corresponde a la denominada puna desértica. La altitud, la intensa radiación durante el día y la gran irradiación nocturna tienen gran influencia en la temperatura, siendo característica una gran amplitud térmica. Las precipitaciones son escasas alcanzando los 100 a 150 mm. anuales [Ver mapa N°5].
Mapa N°5: Ruta Salta- San Antonio de los Cobres
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google
La población de Hurcuro, alrededor de 30 personas mayores de 60 años, es una Comunidad Kolla que posee una economía de subsistencia basada en la agricultura y ganadería para autoconsumo. [Ver Mapa N°6].
Mapa N°6: Ubicación de la Localidad de Hurcuro
Fuente: elaboración propia en base a información geográfica obtenida de mapas de Google
Debido a la gran migración de pobladores a zonas urbanas en la última década, la comunidad advierte la necesidad de ocupar las tierras de propiedad colectiva que el Estado les reconoce, y revalorizar sus tradiciones. En ese sentido, la cacique de la comunidad nos señala que:
Ahora que por fin nos reconoce –el Estado– muchos se están yendo, es que es difícil competir con las cosas de la ciudad, aquí los jóvenes nacen y se van, somos una comunidad de viejos, pero queremos darles cosas para que vengan y no abandonen el territorio de los ancestros (Cacique de Hurcuro, 2017)
La cacique expresa la necesidad de innovar en formas habitar su territorio para que la comunidad no desaparezca. Su preocupación se asienta en la realidad del envejecimiento de los Kollas que habitan Hurcuro. Los Kollas de la puna argentina son una comunidad incorporada al sistema colonial de forma violenta durante la ocupación española, primeramente, como mano de obra barata y servidumbre, luego negados como pobladores de un “desierto” donde “no hay habitantes” según el discurso colonial del incipiente Estado argentino. Su transición al sistema capitalista incluyó –entre otras- la incorporación de tecnologías asociadas al turismo campesino o social. La cacique señala:
Mucho tiempo luchamos por estas tierras, si no bajábamos al pueblo no nos molestaban –los criollos- pero vimos que una manera de subsistir, de no perder nuestras prácticas era haciendo cosas que los gringos dicen que somos como ser nuestras culturas de antes como la tarea de cocinar o como elaboramos artesanías o nuestros bailes (Cacique de Hurcuro, 2017)
La cacique expresa las formas de agenciamiento que asumió su pueblo, desde la utilización de la idea museológica de los pueblos indígenas hasta la reproducción de rituales como espectáculo para visitantes. El testimonio permite afirmar que el pueblo Kolla del norte argentino ha convivido los últimos 200 años de una forma pacífica con la dominación, pues, más allá de la minería tradicional no existían intereses nacionales o geopolíticos en el territorio. Ese contexto ha empezado a cambiar con el descubrimiento de los yacimientos de litio en Salta y Jujuy y la necesidad de contar con grandes extensiones de territorios “deshabitados” para la explotación de este mineral estratégico en el sistema capitalista actual.
Calefones Solares para Hurcuro[11]
La comunidad de Hurcuro ha interactuado con diferentes actores individuales e institucionales del sector científico-tecnológico del Estado a lo largo de los últimos 10 años. La U.N.Sa., el INENCO, junto a la Agencia de Extensión Rural (AER) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) son unos de los principales promotores de proyectos en el lugar. En febrero de 2017, a los efectos de la formulación del proyecto, se visitó Hurcuro. En esta instancia se mantuvo una reunión con la comunidad en la cual nuevamente se evidenció la problemática emergente de la necesidad de contar con agua caliente. Se acordaron los alcances del proyecto y redactamos en conjunto el acta acuerdo. En esta oportunidad también se realizó el relevamiento del Estado de los destiladores solares solicitados por los pobladores en diciembre de 2016.
En lo que respecta a la tecnología para el calentamiento de agua con energía solar, desde el año 2013 al 2016 trabajamos con los proyectos de extensión: “Aporte a la Sustentabilidad del Uso de Calefones Solares de Interés Social en Comunidades del Departamento de Iruya”, financiado por la Secretaría de Extensión de la UNSa y “Adecuación Socio Técnica y Producción de Calefones Solares para su Uso Sostenible en Comunidades Andinas de la Provincia de Salta”, financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación. Entre ambos proyectos se realizó un nuevo diseño de calefón solar de bajo costo, se construyeron prototipos entre alumnos y docentes de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNSa. Como trabajo de campo se realizaron talleres de capacitación sobre la construcción de estos equipos en las escuelas, Hospital y Puestos Sanitarios del Departamento de Iruya, donde se dejaron instalados los calefones solares construidos de manera conjunta. Con este trabajo en comunidades del departamento Iruya se logró probar y adecuar la tecnología que se presentó a los pobladores de Hurcuro como una nueva opción para el calentamiento de agua para uso doméstico.
El desarrollo del proyecto se vio sustentado en vínculos preexistentes y compromisos mutuos que permitieron confiar en el cumplimiento de las acciones previstas para mejorar las condiciones de hábitat en Hurcuro. La comunidad ya tenía una trayectoria en la gestión y desarrollo de proyectos participativos desde hace más de 10 años. El problema del acceso al agua y a la energía ha sido identificado por la propia comunidad, como así también alternativas tecnológicas para paliar esta situación a través de la realización de diversos proyectos (instalación de paneles fotovoltaicos, obras de captación y distribución de agua, construcción de viviendas del IPV -proyecto más reciente- y para este caso en particular -proyecto de extensión- provisión de calefones solares).
Desde la perspectiva del uso de las tecnologías solares, el diseño de calefón solar con el que se trabajó prometía un funcionamiento simple y mantenimiento autónomo de los equipos por parte de los propios pobladores quienes fueron capacitados, evitando una dependencia técnica de la universidad u otras instituciones. La construcción y prueba de los equipos fue realizada en forma participativa con la finalidad de generar capacidades locales para su replicación y reparación en caso de ser necesario. Este punto se identifica como uno de los más fuertes en cuanto a la real incorporación de los equipos tecnológicos como tecnología social: simplicidad de los equipos, disponibilidad de materiales, bajo costo, uso y mantenimiento intuitivo (todos los pobladores reconocen que una manguera negra al sol se calienta; que una noche muy fría congela el agua y explota la manguera, etc.).
Lo Supra Hábitat
Sobre las formas hegemónicas en que el MCMC reproduce lo que denominamos supra hábitat reconocemos cinco formas de ausencia que produce la razón metonímica: 1- los que no saben o ignorantes, 2- los arcaicos o residuales, 3- lo inferiores, 4- los locales y 5- los improductivos. Todas estas formas componen los sentidos supra hábitat que producen el territorio que habitan las comunidades y ejercen una forma de regulación y disciplinamiento al momento de producción del hábitat. Estos modos de comprensión totalizadores actúan a partir de tecnologías del habitat que van desde equipos técnicos –cambio de adobe por ladrillo cocido hueco como signo de modernidad- hasta la negación de prácticas medicinales ancestrales por formas occidentales foráneas.
Las formas hegemónicas que constituyen la dimensión supra hábitat generan una sustracción de presente, anulando aquello que consideran no existente, no válido o invisible. Esto constituye un verdadero desperdicio de experiencia social que atenta contra formas respetuosas de producir hábitat en cada comunidad, haciendo presente lo producido como ausente y dotar lo invisible o desacreditado de valor. Lo supra hábitat puede funcionar como estructura social y es un desafío transformar objetos ausentes en objetos presentes, casi una sobredeterminación. Pero en ese sentido hemos notado, al mismo tiempo que reconocíamos lo modos de producción hegemónicos, intersticios que avizoran resistencias, memorias, ecologías de prácticas y saberes que invierten la situación y posibilitan que las experiencias ausentes se vuelvan presentes, poniendo en cuestión o agrietando la legitimidad del MCMC.
Lo Infra Hábitat
Mientras lo “supra” representa un modelo occidentalizado, colonial, hegemónico y homogeneizador, desde el cual se piensa, diseña y configura “el hábitat” y, al mismo tiempo, se limitan o potencian las experiencias sociales en y con el espacio, “lo infra” se ofrece como un modo de resistencia que atiende a una diversidad de modos de ser y estar en el mundo, no se limitan al diseño y construcción del territorio y estalla una multiplicidad de elementos que van desde la salud, el vínculo con la naturaleza y el entorno, y las relaciones con los antepasados. Lo infra hábitat evoca la afirmación de ecologías en los planos de saberes, reconocimientos, temporalidades, escalas y productividades. Estas ecologías permiten visibilizar múltiples experiencias en los modos de habitar los territorios y sus espacios sociales, que exceden la comprensión occidental del hábitat y amplían las expectativas sociales relacionadas a este.
Las comunidades con las que trabajamos comparten elementos que las acercan, las vinculan. En esas zonas de contacto, encontramos su pertenencia a pueblos que reivindican su identidad como indígenas y una vinculación con la naturaleza, la medicina y la educación muy diferente a la forma indolente de la racionalidad criolla moderna, a la que está más cercano el equipo del INENCO también. Las maneras en que el MCMC impuso el mandato colonial capitalista están representadas en las formas bárbaras del genocidio indígena perpetrado desde 1492: la expulsión de sus territorios, la imposición de otras religiones y la incorporación forzosa a prácticas modernas, coloniales y capitalistas. Hemos revisado en el capítulo anterior algunas de esas formas representadas en las lógicas de producción de monocultura.
El reconocimiento de estas monoculturas nos permitió, a la vez, acceder a otros sentidos profundos de las prácticas de hábitat de cada comunidad, plasmado en las ecologías. Es decir, el ejercicio de la Sociología de las Ausencias permitió penetrar en los componentes de lo Supra Hábitat, y sirvió de plataforma para la operación de la Sociología de las Emergencias e inspeccionar otras formas de asumir lo que todavía no es, lo que puede ser y cómo toma conciencia cada comunidad de que puede hacerlo. En lo que atañe específicamente a la implementación de los equipos tecnológicos de cada proyecto se analizaron las prácticas sociales, como procesos de producción de sentidos a partir de la dinámica de campos de experiencia de los distintos actores puestos en diálogo. Para esto asumimos que los escenarios de comunicación que contienen los diálogos entre saberes están constituidos por trayectorias específicas que atraviesan cada uno de los participantes de los proyectos, reproduciendo órdenes dominantes o transformándolos.
La definición de las situaciones para el desarrollo de actividades específicas para la implementación de las tecnologías plantea una dislocación que demanda el ejercicio de producir conocimiento y experiencias desde unas dimensiones que exceden el saber técnico científico. Planteamos esto desde la crítica a la producción de lógicas de monocultura del saber y del rigor, a la colonialidad del saber y la forma transferencista de producir tecnologías de hábitat. Es decir, ontológicamente planteamos una producción de hábitat desde actores, prácticas y campos de experiencias que usualmente son invisibilizados por el MCMC. Una forma de invisibilización de esas otras ecologías de producción del hábitat está dada por los requerimientos de las convocatorias de proyectos como los que son parte de este caso. Los procesos extensionistas ideados por esta convocatoria pretenden ajustar los procesos sociales a un período de tiempo que no siempre es coincidente. En términos reales se pretende ajustar la temporalidad de los procesos externos a la Universidad a los tiempos de la burocracia universitaria a partir de protocolos de rendición de cuentas. Pero esto se agrava aún más cuando la liberación de giros de fondos no se produce, aunque se haya cumplido con los requerimientos de informes de rendición.
Otro ejemplo de estas ecologías se vio reflejado al momento de determinar condiciones del clima para los equipos tecnológicos de la puna. En este caso el saber científico puede dar generalidades respecto del comportamiento del clima, pero posee márgenes de error al momento de determinar los niveles de viento, lluvia y radiación solar. Esto sucedió en Hurcuro cuando intentábamos hacer funcionar el GPS (Sistema de Posicionamiento Global) y la terminal atmosférica para determinar la mejor posición del Calefón y su cuidado. En este paraje, no hay acceso a internet ni señal de teléfono, por lo que la única opción fue confiar en las recomendaciones de los habitantes. Efectivamente, sus recomendaciones ayudaron a una mejor instalación. La comunidad de Hurcuro dota a la montaña y su clima de sentidos que no pueden compararse con la relación naturaleza/objeto occidental: la montaña da señales, emite mensajes, el sonido del viento señala comportamientos. Los ancianos lo comprenden y los utilizan para organizar sus actividades.
La experiencia en un proyecto de investigación–acción participativa permite afirmar que los aportes de las comunidades no son saberes menores o complementarios, asistenciales. La precisión manejada por los integrantes de la comunidad respecto de cuándo anochece, amanece y demás posiciones solares –información importante para determinar los niveles más altos de exposición al sol y las horas aproximadas- sorprendieron a todos los técnicos. Además, el reconocimiento del comportamiento de los animales –gallinas, cabritas, cerdos- asociados al pronóstico de tormentas de viento, que con nuestros ojos occidentales no percibimos hasta que empezaron a volar ramas y se avistaron grandes montañas de tierra, resultó significativo para el equipo.
La otra situación a la que referimos surge como consecuencia de que Hurcuro está a una altura de más de 5000 metros sobre el nivel del mar, por lo que quienes se desplazan hasta esos lugares desde la ciudad, en general pueden sufrir de apunamiento. Es decir, al estar acostumbrados a menores alturas sobre el nivel del mar, sentimos malestares estomacales y fuertes migrañas. Esto sucede incluso habiendo tomado fármacos indicados por la medicina occidental para evitar tales síntomas. Ante esta situación, los ancianos de la comunidad recomiendan coquear[12], algo que la sociedad salteña ha adoptado mayoritariamente como práctica. Las virtudes de la hoja de coca son múltiples y su presencia es histórica en las sociedades andinas. Sin embargo, su prohibición en el país se sostiene. Otro “remedio” que recomienda la cacique es el consumo de un té a partir de unas hierbas y flores andinas. La cacique nos preparó el mismo y ante la consulta sobre los ingredientes de su preparación nos señaló: “Tiene yuyos y flores de la montaña, pero no puedo decirles mucho más porque eso es entre yo y la montaña” (Cacique Hurcuro, 2018).
Incluso los más escépticos del grupo acreditaron la eficacia del té, ya que en media hora todos se recuperaron. Esta experiencia contrastó con el hecho de que ninguno de los fármacos que habíamos llevado logró resolver el problema del apunamiento. No intentamos indagar más sobre las formas de producción de ese té, pues romperíamos el vínculo de confianza ante un ritual sagrado de la cacique e incurriríamos en algo que no queríamos, el extractivismo académico y la violencia epistémica. En el caso de El Cocal, el mantenimiento de su idioma los ha ayudado a conservar tradiciones y saberes: reconocen cuándo pescar y cuándo no, a partir del color y el comportamiento que asumen los peces al ser pescados: “Los ojos de los pescados si están abiertos y asustados nos dicen que viene sucio el rio, que tiraron algo o que se están acabando y que hay que parar de pescar” (Juan, El Cocal, 2018). Por otro lado, para los hombres de El Cocal es muy importante la relación con el Rio Bermejo, es sagrado y en él depositan confianzas y expectativas:
El Rio nos dice cuándo van a venir las tormentas, cuándo van a parir las mujeres y cuándo hay que cambiar los chiqueros porque están negros y traen mal agüeros. El Bermejo, como le dicen ustedes, es un padre que da pero que quita si hacemos cosas contra el monte. Mire las indundaciones, es porque están acabando el monte (Cacique La Misión, 2017)
A diferencia del cristianismo, que tiene ciertas deidades como Dios o Jesucristo, esta comunidad siente al río como parte de su familia, no hay una relación de sujeto que manipula la naturaleza como el hombre moderno. A algunas personas les puede resultar inconmensurable esta forma de interacción, pero lo cierto es que de los “diálogos” de la comunidad Wichí con el Bermejo hemos observado cómo anunciaban tormentas sin ninguna nube en el cielo o cómo el cambio de chiquero hacía que los animales se reprodujeran a los días. Respecto a las inundaciones, es clara la coincidencia con el saber occidental: el monte talado es un terreno fértil para las inundaciones. Aunque eso no detiene el avance de la soja.
Conclusión
Lo supra y lo infra fueron, entonces, dimensiones propuestas con fines analíticos que posibilitaron analizar prácticas y ecologías que hacen al hábitat. Pero también abrieron una puerta para reflexionar, de manera crítica, acerca de las limitaciones de la extensión universitaria en contextos de diversidad cultural y extrema desigualdad social, tanto por los tiempos que propone en relación al manejo de recursos económicos y humanos, como así también por en una suerte de “espíritu” tranferencista que impregna el diseño de estos proyectos. La investigación da cuenta de manera latente, cómo operan las desigualdades sociales en clave racial, cómo esas desigualdades se materializan en las asignaciones y uso de los espacios y sus recursos. Allí, las tecnologías sociales de hábitat juegan un papel central pues promueven habilitadores de hábitat: elementos que se erigen como pilares en la producción social de hábitat, como tecnologías sociales comprometidas con la trasformación social que reivindica experiencias y expectativas sociales externas o fronterizas al MCMC, construyendo con las comunidades los problemas y no sólo “las soluciones”.
El trabajo permite reconocer experiencias de producción de hábitat que se implementaron en situaciones de diversidad cultural, asumiendo como problemáticas no sólo el diseño de las políticas públicas que intervienen en esos territorios, sino también en la naturaleza de aquello construido como objeto de esa política. La dificultad no se reduce al modo colonial y capitalista en el diseño de políticas públicas, sino que incluye revisar y complejizar el carácter otorgado a los sujetos y objetos que se constituyen como destinatarios de la intervención. Por esto insistimos en la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas interculturales que atiendan e incluyan la ecología de experiencias y expectativas sociales.
Referencias bibliográficas
Gonzalez, F. (2020). Producción y circulación de sentidos en la configuración de las dimensiones supra e infra hábitat. Experiencias de producción de hábitat en la Puna y en el Chaco salteños a partir de proyectos de extensión con la comunidad Kolla de Hurcuro y el pueblo Wichí de El Cocal (Salta, 2017-2018) Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Franco, J. (2015). Tecnologías para la desalinización de agua. Experiencias en el NOA. Paraná: XXV Congreso Nacional del Agua.
Santos, B. (2006). Conocer desde el Sur. Para una cultura política emancipatoria. Universidad Nacional de San Martín.
Santos, B. (2009). Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. México: Siglo XXI. CLACSO.
Santos, B. (2014). Reflexiones para la construcción de un intelectual de retaguardia. Conversaciones con Boaventura de Sousa Santos. Estudios del ISHiR, N°9, p.75-97.
[1] Doctor en Estudios Sociales de América Latina (Universidad Nacional de Córdoba). Becario Postdoctoral en INENCO (UNSa/CONICET).
[2] Ver: “Justifican la Muerte de Niños Wichí” en https://fmnoticias881.com/noticias/id-1354_Justifican-la-muerte-por-desnutrici-n-del-ni-o-Wich- / “Acá si matan a un indio no hay justicia” en https://rnma.org.ar/fr/noticias/18-nacionales/3669-aca-si-matan-a-un-indio-no-hay-justicia, “Siete Niños Wichí mueren en menos de un mes en Salta” en http://www.saltalibre.net/Siete-ninos-wichis-mueren-en-menos-de-un-mes.html, “Mueren por abandono crónico del Estado y la Sociedad” en https://www.lagacetasalta.com.ar/nota/60614/sociedad/mueren-abandono-cronico-parte-Estado-sociedad.html
[3] Como una versión de la Razón Indolente, la Razón Metonímica comprende el mundo a partir de una operación dicotómica y está obcecada por la idea de una totalidad bajo la forma de orden. Rige la producción de lógicas de monocultura (Santos, 2009).
[4] La razón proléptica es la forma de la razón indolente que concibe al tiempo de forma lineal, ordenando las expectativas de futuro a partir de la idea de historia que tiene sentido y dirección conferidos por el progreso infinito (Santos, 2009).
[5] Todos los nombres empleados son ficticios. Particularmente Joaquín representa a un amigo del Cacique y actor que sirvió de enlace entre INENCO y la comunidad.
[6] La biomasa es un tipo de energía renovable procedente del aprovechamiento de la materia orgánica e inorgánica formada en algún proceso biológico o mecánico, generalmente, de las sustancias que constituyen los seres vivos, o sus restos y residuos. La energía a través de la biomasa es la utilización de materia orgánica como fuente energética. Esta materia orgánica, es heterogénea.
[7] Los destiladores solares de agua son sistemas que constan de una bandeja oscura donde se vierte el agua contaminada con sales, sobre la cual se coloca un techo de vidrio a dos aguas. La superficie que ocupa el equipo es de un metro cuadrado y se pueden colocar varios equipos de manera contigua, según el tamaño de la población que requiera el servicio y el espacio disponible en el lugar de instalación. Estos destiladores funcionan por radiación solar, que atraviesa el techo de vidrio y es absorbida por el agua depositada en la bandeja, que se calienta y comienza a evaporarse. A través de este proceso, las sales quedan concentradas en el fondo, el agua evaporada se condensa en la cubierta de vidrio y comienza a escurrirse por allí. Posteriormente, el agua es recogida en unas canaletas que la conducen a un recipiente, donde se la colecta ya desalinizada (Franco, 2015).
[8] Una de las limitaciones principales para el acceso al agua es la contaminación natural o artificial salina de las fuentes de agua dulce, lo que desencadena afecciones en la salud y bienestar de la población. En el Noroeste Argentino (NOA) se evidencian con claridad problemas asociados al exceso natural de sales en el agua (en algunos casos con arsénico). Esta situación se da particularmente en las regiones Chaco y Puna.
[9] La chamiza es un tipo de leña que genera el ecosistema del monte, a partir de las ramas y hojas de los chañares, palos santos y algarrobas. Normalmente no es posible encender fuego con este tipo de leña, pero las cocinas diseñadas por el INENCO aprovechan este insumo. El empleo del equipo tecnológico es sencillo y su procedimiento es idéntico al empleado por quienes encendían fuego para cocinar en la Escuela de El Cocal.
[10] En este caso, el Acta compromiso firmada por el cacique de la comunidad y la directora del proyecto, establecía los términos de colaboración para el desarrollo del proyecto, comprometiéndose cada uno a realizar las acciones que le correspondieran.
[11] Si bien no pretendemos comunicar y analizar las dimensiones técnicas de este equipo tecnológico, nos resulta interesantes indicar algunas características. La tecnología desarrollada por el INENCO permite construir un calentador solar para calentar agua de forma económica y práctica. Este diseño asegura el agua caliente a las comunidades que cuentan con un acceso limitado a la energía, aportándoles fuentes alternativas de energía para satisfacer las necesidades domésticas. El modelo nos va a entrega agua a una temperatura de 45° a 50°C durante el día y de 18 grado promedio en la noche. Si bien no es un calentador de alta eficiencia como los industriales, tiene un costo mucho menor y podemos construirlo con materiales de fácil acceso y con herramientas de uso corriente y la zona es ideal para su implementación por los altos niveles de radiación. En líneas generales, se debe decir que este calentador crea un pequeño invernadero que consigue que el calor de la radiación solar quede atrapado en la manguera. Después, todo ese calor se absorbe y se transfiere al agua, calentando esta última. Es decir, los rayos del sol atraviesan la superficie transparente que poseen las botellas del calentador casero e impactan de manera directa contra el tubo negro de la manguera. El color negro absorbe perfectamente el calor que desprende la radiación solar y dicho calor queda retenido en el interior.
[12] Decir que el coqueo es una masticación de hoja de coca no sería acertado. La acción de coquear implica mantener la coca en un cachete de la boca durante un tiempo. Esta práctica suele estar acompañado de la incorporación de un mineral andino llamado “yisca”. La hoja de coca se importa de Bolivia de forma ilegal. No obstante, se puede observar cómo incluso las fuerzas policiales y autoridades políticas coquean.