ENRIQUE DUSSEL: UN COMPROMISO CON LA VIDA

Juan Carlos Blanco

A modo de introducción:

Dice Enrique Dussel en su autobiografía: “1936, 2 años, un sombrero, un chupón, una valijita y un
triciclo. Entonces ya estoy listo para salir de viaje. Yo digo presagios. No sabía el niño chiquito que
iba a tener un largo camino”2. En esta autobiografía relatada en el año 2013 en México, entre
poesías latinoamericanas hechas canción, Dussel -en el trasfondo de su alma- seguramente eligió
para su relato una estética de interpretación musical de fondo, que lo transportaba a su sentir
más profundo cuando una de esas obras de arte expresaba letras como: “hermano, dame tu
mano, vamos juntos a buscar esa cosa chiquita que se llama libertad”3. El destino de su padre,
médico rural, lo llevó a nacer en un pueblito de no más de cinco mil habitantes, con calles de
tierra, olor a viñas, frutas y vino. Ese sitio, en el desierto Este de la hoy provincia de Mendoza, supo
ser territorio huarpe y en recuerdo a uno de sus caciques, este poblado fue identicado durante
el Virreinato del Río de la Plata como “San José de Coro Corto”, hoy Departamento de La Paz. Aquí
vivió sus primeros años de infancia, donde su madre, de familia italiana, nacida en la Capital
Federal de entonces, acunó sus primeros pensamientos y vivencias de niño. Parecería que el
hecho de haber crecido en esos páramos marginales del desierto mendocino haya inuido
notoriamente en el desarrollo de partes sustantivas de su obra en el campo de la dicotomía
centro/periferia.