Adriana Guzmán Arroyo[1]
Muchas gracias hermanos y hermanas, por haber organizado este espacio. Este encuentro seguramente nace de la Pacha, para poder articularnos en estas luchas, que cada vez tienen que ser sin fronteras, con menos fronteras, con menos nacionalismos decimos nosotras, con más plurinacionalismo, con esta necesidad de enfrentar al sistema juntas, juntes, porque así también no está enfrentando el sistema, rompiendo todos los tejidos sociales.
Yo quisiera empezar este espacio justamente nombrando el Golpe, lo que ha sido para nosotras un Golpe al Pueblo, que ha terminado en un Golpe de Estado. Y este Golpe al Pueblo era necesario porque las clases oligarcas, fascistas, la oligarquía económica, necesitaban golpear al pueblo, necesitaban recordarnos, cuál es nuestro lugar como Pueblo, como Pueblos Originarios, como Mujeres, como Hombres indígenas: que nuestro lugar era siendo su peón, su sirviente, en su hacienda, que les cuidemos sus hijos, limpiándoles las casas… éste es el lugar que debíamos tener, y no gobernando, no planteando un Estado Plurinacional, no discutiendo sobre una economía plural… por eso el Golpe al Pueblo. En este Golpe, ha habido una resistencia importante de los Pueblos Originarios, pero ha habido una resistencia importante de alguien que yo quiero traer aquí su memoria: Miriam Gamboa.
Miriam Gamboa, dirigenta barrial, vecinal, Trabajadora Social, de más de 90 años, fue acusada de haber incendiado un transporte público, supuestamente durante el Golpe… Fue acusada por el Gobierno de Facto, fue presa por el Gobierno de Facto, y murió presa, como presa política este año. A pesar de haber vencido al Golpe, no logramos la libertad de Miriam Gamboa. Miriam Gamboa, de más de 90 años, con discapacidad visual, con discapacidad motora, fuera de todo sentido común, fue acusada de sedición, fue acusada de terrorismo, por haberse movilizado, por haber salido a defender la Whipala, por haber salido a resistir al Golpe, y fue finalmente condenada a muerte en la prisión este año. Entonces, quiero agradecer la lucha de la hermana Miriam Gamboa, fundadora de la carrera de Trabajo Social en La Paz, y lastimosamente muerta, víctima del Golpe de Estado en Bolivia, muerta en prisión, este año, como presa política.
Por eso creo que es fundamental exigir la libertad de todas nuestras compañeras, de todos nuestros compañeros, presos políticos, exigir la libertad de Milagro Sala. Es una responsabilidad no solamente de este territorio, sino de todos los territorios en que hemos luchado y que sabemos que nuestras hermanas no pueden estar presas, no deben estar presas, ni en éste ni en ningún Gobierno, así que me sumo al pedido de libertad de Milagro Sala. Para nosotras, la pérdida de Miriam Gamboa ha sido una muestra de que muchas veces, aun recuperando el Poder Político, no hemos logrado recuperar el Poder del sistema de Justicia. El sistema de Justicia va para el lado que mejor le parezca. Este sistema de Justica es el responsable de que Miriam haya muerto presa.
El Golpe en Bolivia ha sido un Golpe cruel, un Golpe de Estado, en un Estado que alimentaba la esperanza de muchos Pueblos, porque si algo no podemos negar es que en Bolivia el Estado alimentaba la lucha de muchos pueblos, ha renovado la idea de revolución, ha renovado la idea de lucha de los Pueblos, de posibilidad de construir un Estado distinto, y eso ha sido posible justamente porque hemos sostenido este proceso, desde las organizaciones sociales. El Golpe ha sido un Golpe racista, porque fueron los pueblos originarios, los pueblos aymaras, quechuas, quienes han construido el Estado Plurinacional.
¿A quién se le iba a ocurrir volver al nacionalismo? 36 naciones y pueblos viviendo en un mismo territorio y teniendo que estar bajo una construcción nacionalista, que fue nacionalista con el genocidio de nuestros pueblos, pero que además es nacionalista con el genocidio sistemático de las mujeres, porque ¿quién sostiene a los países que se desarrollan? Las mujeres. Con el trabajo cotidiano, con la tercera o cuarta jornada laboral, y cuando no la cumplimos ahí está la violencia, los feminicidios, que tienen que ver con ese nacionalismo.
Por eso, para nosotras, la discusión sobre la ruptura de los Estados y la construcción de Estados Plurinacionales, no nacionalistas, es también fundamental y es también una tarea de repensar la izquierda y repensar los feminismos, de repensar los discursos de la clase trabajadora. La construcción de este Estado Plurinacional nos ha costado el Golpe, el Golpe fue organizado para atentar contra el Estado Plurinacional, y como este Estado Plurinacional ha sido descolonizador, despatriarcalizador y de base comunitaria, el Golpe tenía que ser colonial, racista…
Quiero mencionar dos momentos importantes de este Golpe, que para nosotras ha sido como volver 500 años para atrás. Cuando dan el Golpe, cuando renuncia el compañero, el hermano Evo Morales, y entran al Palacio de Gobierno, a la Casa del Pueblo (como la llamamos nosotras), y entran con la bandera de Bolivia, con la Biblia, y dicen que van a sacar de ahí a la Pachamama y a poner a Bolivia en manos de Dios.
Para nosotras, llamarnos un Estado Plurinacional también ha sido recuperar la pluralidad de espiritualidades. Somos un Estado laico, y no estamos en contra de quienes tienen una espiritualidad distinta, católica o lo que fuere, pero sí estamos en contra de que esas personas legislen desde su espiritualidad y no desde la Constitución. Porque puede haber hermanos o hermanas evangélicos, o cristianos, o lo que fuera, pero en el lugar en el que están, están para legislar bajo los principios de la Constitución y no desde sus credos.
Y es una larga discusión la que tuvimos. Yo creo que fue un atentado de los poderes económicos, que hoy también son poderes religiosos, porque la iglesia evangélica no está solamente expandiendo su culto. La iglesia evangélica está en la política y es accionista de las transnacionales extractivistas de los territorios. Entonces, pensamos que es una máscara finalmente la discusión sobre las religiones y los fundamentalismos, porque en realidad ellos están defendiendo sus intereses económicos.
En el Golpe en Bolivia, Bolsonaro estaba ahí, en una esquina, con su gente, con su armamento, formando parte del Golpe; y del otro lado, un Gobernador del Noroeste Argentino, también con su gente, con sus armas, atentando contra un territorio, alimentando el Golpe que nos ha costado mucho resistir. Ver esa bandera nacional, mientras se oprimía a nuestros pueblos, ver esa Biblia, ha sido como sentir lo que han debido sentir nuestras abuelas cuando llegó Colón. “Aquí están estos incivilizados, estos salvajes”, como nos ha dicho la Presidenta de Facto, “los salvajes”, y “vamos a venir a salvarlos de su ignorancia”.
Entonces, ha sido un momento muy difícil para nosotras, entender la colonización, ya no solo en los libros, entenderla en el cuerpo, y vivirla en esa imagen. Y ahí está la quema de la Whipala, que se ha dado también en ese momento y que ha sido una indignación profunda, porque este símbolo, más allá de que discutamos cuál es su origen, dónde exactamente se empezó a difundir y qué significan los colores, más allá del significado histórico, tiene un significado profundo para nosotras, un significado simbólico, nos ha articulado como 36 pueblos en Bolivia, y nos ha articulado con los pueblos quichuas de Ecuador, y nos ha articulado con los pueblos aymaras y quichuas del Perú, y nos ha hecho entender que las fronteras sólo les sirve a los Estados y a los grandes capitales, para seguir administrando sus riquezas, pero no nos sirve a los pueblos, porque los pueblos nos necesitamos para luchar, nos necesitamos para resistir…
La quema de la Whipala ha sido para nosotras un atentado colonial, 500 años después… nos ha servido para alimentar nuestra rabia, salir a las calles y gritar “¡la Whipala se respeta carajo!”,”¡la pollera se respeta carajo!”, porque el atentado ha sido contra las mujeres de pollera, que fueron las primeras en ser detenidas: cortarles las trenzas, escupirlas, orinarlas, insultarlas, humillarlas… Obligarlas a arrodillarse y a pedir perdón… ¿Qué significaba esto, transmitido en vivo por las redes sociales y los medios de comunicación? Significaba el recordarnos que no debemos ser indias ni indios, para que no nos pase eso; que tenemos que borrar nuestra memoria; que no podemos reconocer a nuestra abuela aymara; que no podemos reconocer a nuestra abuela quichua; que se trata de estar en la ciudad y ser “civilizado” y someterse a las condiciones que ellos nos imponen. Es renunciar a la memoria, esto es lo que han intentado hacer en los cuerpos de las mujeres de pollera, pero nos hemos negado, y hemos salido a las calles a gritar “¡la pollera se respeta carajo!”.
Entonces, esto es para plantear que el poder y las formas de dominación del sistema patriarcal, tienen herramientas profundas, pero que nosotras también tenemos formas de resistir profundas, y esta forma de resistencia que nos ha ayudado a vencer al Golpe se llama Dignidad. La dignidad no tiene precio, y no sé si se aprende en la Universidad, pero se alimenta en la Universidad. Lo que nosotros hemos logrado a lo largo de 13 años de construcción de un Estado Plurinacional, de discusión en las organizaciones sociales, de construcción de nuestro propio feminismo, es Dignidad. Es aprender que no tenemos que agachar la cabeza, como antes nos enseñaban.
Las escuelas eran lugares para enseñarnos a agachar la cabeza, porque las “indias” éramos atrevidas, y teníamos que andar con la cabeza agachada. Hemos aprendido a levantar la cabeza y a no agachar la cabeza, y esa dignidad no tiene precio, no se tranza, no se vende, ni siquiera al Estado, no se cambia por un puesto, no se cambia por un cargo político, porque la dignidad tiene memoria, tiene que ver con las luchas de nuestras abuelas, con las luchas de los sectores populares, tiene que ver con no traicionar toda una clase, todo un Pueblo, y no solamente en Bolivia, sino en la región.
Ustedes en el 2001 han luchado con el corralito, nosotros en el 2003 con la masacre del gas. No puede haber una clase política hoy que negocie los intereses del Pueblo. Para nosotras está en el Feminismo. Es la coherencia con esa lucha, la que han hecho nuestros papás, nuestros abuelos… mi papá siendo sindicalista también… Yo le decía a él “en tus tiempos nadie se vendía, había una ética política”. Y esto es también lo que alimentamos desde los Pueblos: una ética. No se negocia, no se venden los intereses del Pueblo. No se negocia el agua, no se negocian los Derechos que se han conseguido. Para nosotras ese no negociar ha sido vencer al Golpe. Hemos logrado vencer al Golpe, y acá viene el segundo momento que quería comentar, que es el atentado que ha hecho el Gobierno de Facto contra la medicina ancestral.
Se da el Golpe. Asume la Presidenta de Facto. Empieza una discusión de si era transitoria o no, si hubo Golpe o no, una confusión política, que nos hace redefinir los Golpes. No sé si fue un Golpe blando o fuerte, o lo que fuera. Para nosotras, fue un Golpe al Pueblo, que terminó en un Golpe de Estado, que confundió a gran parte de la intelectualidad en la región, porque hubo muchos intelectuales que negaron el Golpe, desde dentro de la unidad, y desde afuera. Intelectuales de México diciendo que no había un Golpe de Estado, intelectuales de Bolivia diciendo que no había un Golpe de Estado, que lo que había era desobediencia civil, borrachera de poder…
Tan intelectuales eran, que sólo se creían entre intelectuales… porque podían abrir sus ventanas y ver que en la esquina estaban masacrando, estaban los militares disparando… Tan lejos está la intelectualidad del pueblo, de la clase popular, que no puede ver el hambre y la represión, sino mirarse y creerse lo que escriben en sus libros… Y de ahí viene la crítica a la intelectualidad y a la Academia, pero que hemos alimentado más durante el Golpe, porque se han jugado muchos intereses, muchos discursos, y parte de esos discursos, venían de una academia racista, clasista, colonialista, que no tiene ninguna relación ni con los territorios ni con los movimientos sociales. Y no sólo eso, es una clase intelectual que no tiene ética, porque decir que en Bolivia no había un Golpe, que no había represión, era no tener ética con los que fueron masacrados, con los que fueron golpeados.
En este proceso de Golpe de Estado y de Gobierno de Facto, se vino la pandemia, se vino la cuarentena y todo eso… Por supuesto, un Golpe con pandemia, como decimos nosotras. No sabíamos si salir a resistir el Golpe o salir a resistir al virus, pero en todo caso había que resistir, y resistimos con medicina ancestral. Los hospitales, el sistema de salud estaba colapsado en el mundo, no sólo en Bolivia, lo que demuestra que es mentira lo que nos cuenta el capitalismo, de que si redistribuimos la riqueza vamos a tener un sistema de salud que alcance para todas y todos. No es cierto.
Ni en Europa tuvieron un sistema de salud que responda a los pobres y a las pobres. El sistema de salud no es para el Pueblo, o no ha sido por lo menos en muchos territorios. En el caso de Bolivia, tampoco estaba en las comunidades indígenas, porque parte de la criminalización era que no había sistema de salud. Entonces, te morías de una bala de los militares, o te morías por el virus, porque no había atención de salud en los pueblos indígenas, como parte de la criminalización del Golpe.
Es ahí cuando las abuelas comienzan a traer plantas medicinales, saberes ancestrales… que nos ponen en discusión con la misma Academia, porque este pensamiento colonial nos ha enseñado que hay otras formas de curarse y que las plantas no son suficientes. Pero sí, hay plantas que ayudan a oxigenar, sí, hay plantas que nos han ayudado a nosotras a sobrevivir, sino cómo se explica la tasa de mortalidad en Bolivia, que se ha ido reduciendo en pleno Golpe, cuando no había ni pruebas, ni vacunas, ni nada.
Hemos resistido con pura medicina ancestral, con pura sabiduría, y por eso decimos que sólo el Pueblo salva al Pueblo. Nuestro aprendizaje ha sido la autonomía, la auto organización. Hemos podido auto organizarnos. Hemos podido hacer circular la medicina, hacer circular la comida, defendernos frente a los militares. Hemos podido auto organizarnos y auto determinarnos durante el tiempo de Golpe de Estado.
Éste es uno de los aprendizajes importantes para nosotras, que nuevamente pone en cuestionamiento a la Academia, a la producción de conocimientos, porque todo el conocimiento que se produjo sobre los movimientos sociales y las organizaciones no nos servía en un momento de pandemia, no nos servía para resistir el Golpe de Estado. De ahí entonces la necesidad de pensar en el conocimiento útil.
Quiero comentar una segunda idea que tiene que ver con esto, con el conocimiento útil, útil para la lucha de los Pueblos. Desde la masacre del gas, y antes de eso la guerra del agua, nosotras, que nos definimos feministas, empezamos a cuestionar a las Universidades y a la Academia, exigiendo que se produzca conocimiento útil para la vida de los Pueblos, que las tesis no pueden ser un trabajo de tanto tiempo de estudio, de tanto esfuerzo, de generar incluso crisis emocionales… hasta suicidios generan las tesis… para terminar guardadas en una biblioteca sin ser leídas y sin ser útiles para quienes necesitamos conocimientos y discusiones.
Este es el gran cuestionamiento que hemos hecho durante el proceso político en Bolivia. Las Universidades tienen que producir conocimientos para las organizaciones. Entonces, las organizaciones tenemos que ser parte del Consejo Universitario que define las currículas, que define los temas… Pero entonces nos dijeron “las Universidades somos autónomas”. Autónomas del Estado, autónomas de los Partidos Políticos y autónomas del Pueblo… Yo no sé si así fue la autonomía que se parió aquí en Córdoba, pero así ha sido la autonomía liberal que se ha planteado en las Universidades.
Somos autónomos para esconder nuestra conexión, para esconder nuestra malversación de fondos, porque finalmente esa plata no se ve en la educación de las y los jóvenes, y, tras la autonomía, esconden su desclasamiento. Para nosotras, las Universidades han pasado a ser máquinas de desclasamiento y de producción de racismo, porque ahí hemos perdido a nuestras huahuas. Huahuas les decimos a nuestras hijas, nuestros hijos…
Nuestras hijas, nuestros hijes, han entrado a la Universidad, porque nosotros hemos peleado para que tengan educación pública y puedan ser profesionales. En el 2003, en la masacre del gas, hemos peleado para que haya nacionalización de los hidrocarburos, y cuando fue nacionalizado dijimos: “la plata que va a haber, que se va a redistribuir, queremos que vaya a la educación, queremos que nuestras hijas e hijos estudien en una buena Universidad, con equipamiento, con laboratorios, con libros, con buenas y buenos docentes”.
Pero la plata ha ido a las Universidades para alimentar una clase de docentes fascistas, racistas, colonialistas, que nunca han dejado de enseñar pura teoría eurocéntrica en las Universidades. Y por eso se han convertido en máquinas de desclasamiento, en máquinas de racismo, porque durante el Golpe, las Universidades fueron protagonistas en las calles, en patear indias, en patear indios… Por eso su desclasamiento, porque una vez pasada la puerta de la Universidad, siendo aymara, siendo empobrecido, siendo hijos de mineros, hijos de proletarios… pasan la puerta de la Universidad y se convierten en clase media, que supuestamente tiene resuelta la vivienda, cuando en realidad tiene deuda de 40 años para pagar un departamento donde apenas puede entrar, hacinado, cuando en realidad tiene deuda por su auto que por ahí tiene que pagar en 30 años…
Nosotras no somos pueblos que estemos acostumbrados a las deudas. Nosotras nos hemos resistido siempre a la banca. Yo no conozco a nadie cerca de mi que tenga una tarjeta de crédito, nos negamos a tener una tarjeta de crédito… Como dicen las abuelas: “si hay para comer hoy, se come y si no hay, no se come…”, no puedes comerte algo que no tienes. Eso es una trampa, una forma en la que funciona el sistema capitalista, que también pasa y ayuda en este desclasamiento, porque la clase media cree que es dueña de su casa y de su auto, y en realidad está más endeudada que la vecina que no es de clase media y no tiene nada, pero que al menos no está endeudada.
Entonces, uno de los errores para mí, del proceso político en Bolivia, ha sido esta clase media despolitizada. Esta clase media que ya no quiere saber nada con los pueblos indígenas, no quiere ninguna revolución, sino pasar a administrar el Estado y disfrutar de los beneficios. Entonces, es fundamental para cualquier proceso político, para cualquier revolución, la lucha dentro del conocimiento, dentro de las Universidades, dentro de estos espacios de producción de conocimientos.
Esto no pasa solamente porque tengamos un cartón. Nuestras abuelas peleaban para que tuviéramos un cartón profesional. ¿De qué me sirve ser Trabajadora Social si voy a reproducir todas las prácticas coloniales, y cuando venga una mujer denunciando violencia, voy a empezar a culpabilizarle a ella o ver si el “pobre marido” no ha sufrido y si no pueden hablar y negociar, y restituir “la familia”? La familia con un abuelo violador, con un hermano golpeador, con un marido golpeador… ¿Cómo? ¿De qué restitución estamos hablando?
Hay muchos instrumentos coloniales, instrumentos impuestos que se reproducen en las Universidades, dentro de las carreras… Tenemos que recuperar las Universidades para el Pueblo, creo que es un desafío que tenemos si queremos seguir haciendo procesos políticos en la región… No vamos a poder hablar de transformación, de gobiernos progresistas, si no se recuperan las Universidades, que hoy en la región están en manos, por lo menos en su mayor parte, de docentes y de una Academia colonial, eurocéntrica, que no le interesa ningún progresismo ni ninguna transformación, o pareciera que las revoluciones no han sido tan revolucionarias como ellos supuestamente esperaban.
En el caso de Bolivia, los intelectuales que están en contra son los que eran más revolucionarios que la propia revolución, y que no ha sido suficiente hacer todo lo que hemos hecho en Bolivia, construir un Estado Plurinacional, hacer una nueva Constitución, eso no ha sido suficiente… Toda esta discusión nos ha llevado a nosotras a hacer un Feminismo que no viene de la Academia, un feminismo que no se estudia, sino que se hace con el tiempo, en la casa, en la calle y en la cama… así es como hemos aprendido a hacerla…
En Bolivia ha habido diferentes momentos: en la Asamblea Constituyente, en la cumbre de justicia… y quiero traer una discusión que hemos hecho en la Cumbre Antiimperialista en el año 2015, donde se han juntado sindicatos de todo el mundo. Éramos miles, con diferentes traducciones. Había sindicatos de Estados Unidos, estuvo la ejecutiva del sindicato de luz y electricidad de Estados Unidos, una mujer… Había sindicatos iraníes… y la discusión ha sido por si poníamos en la declaración final, que se llamó “Tesis Antiimperialista”, si poníamos la palabra “patriarcado”. Una discusión que debería tener más o menos hecha la clase trabajadora, pero que fue una gran discusión porque no querían incluir la palabra “patriarcado”.
Nuestra principal discusión fue sobre la plusvalía. Hablaron sobre la plusvalía y nosotras dijimos: “bien, la plusvalía que recae sobre las mujeres es plusvalía pura”, porque a nosotras no nos roban un poquito de nuestro trabajo, a nosotras nos roban todo nuestro trabajo, de crianza, de cuidado y de sostenimiento de la vida. Entonces, si hay plusvalía sobre la clase trabajadora, las mujeres vivimos una explotación que genera plusvalía pura. El sistema capitalista se queda con todo nuestro trabajo. Y nosotras queremos arrebatárselo, porque es una forma de atentar contra el sistema. Queremos arrebatárselo porque no hay otra forma de recuperar la responsabilidad de la crianza de la vida, porque no se trata solamente de maternidades y paternidades responsables, se trata de una mirada comunitaria sobre la crianza. Estas huahuas, estos huahuas, alimentan la vida. Si no, ¿para qué estamos haciendo la revolución?, ¿para quién estamos cambiando el mundo?, ¿para quién estamos creando tecnología?
Entonces, hicimos esta discusión, que fue muy difícil porque el primer planteamiento era: “bueno, entonces ustedes quieren que se les pague por el trabajo”. Y nosotras dijimos: “en la Constitución está, que el trabajo del hogar genera riqueza, no queremos sólo que nos reconozcan, queremos que nos devuelvan… Ahora bien, pueden devolvernos en sueldo. Pueden devolvernos en jubilación universal para todas las mujeres del mundo, porque todas somos trabajadoras, aunque no seamos trabajadoras asalariadas, porque todas tenemos derecho a una vejez digna como cualquier trabajadora o trabajador. Pueden devolvernos en un seguro de salud especializado.
Fue una gran discusión, en distintos idiomas, que terminó con nosotras robándonos la computadora para que quede finalmente el “patriarcado” y la “plusvalía pura” en la Tesis Antiimperialista, que es la única que yo conozco de los sindicatos del mundo en el año 2015. Así es, tal es el patriarcado, que terminamos robándonos la computadora y leyendo en la plenaria. Tal vez hay cosas en las que no se puede llegar al consenso, pero era una necesidad para nosotras y creo que es una necesidad seguir discutiendo, dentro de la clase obrera, lo que sería la descolonización.
¿De que revolución estamos hablando hoy? En un contexto tan difícil, ¿podemos seguir hablando de revolución?, ¿en qué términos va a ser una revolución?, ¿podemos hablar de lucha de clases?, ¿en qué términos?… Porque yo no veo un proceso en el que realmente haya habido lucha de clases. En el proceso revolucionario boliviano, hemos arrebatado muchas cosas. La administración del Estado le hemos arrebatado a la oligarquía, pero no hemos hecho una lucha contra la clase oligarca, ni contra los dueños de los capitales.
En Bolivia se ha garantizado la inversión, se han garantizado las ganancias de la banca, está garantizada la ganancia de los empresarios… Entonces, si los ricos siguen siendo más ricos, la conclusión es obvia: el pobre sigue siendo más pobre. No hay forma de hacer una transformación si no se alimenta realmente eso que se ha llamado la lucha de clases. Para nosotras estos planteamientos coloniales han provocado un desencuentro con la izquierda. Una revolución que ha logrado el Buen Vivir, porque en Bolivia habíamos hecho una revolución democrática y cultural, así le han llamado, pero no hemos logrado vivir bien, no hemos acabado realmente con este fascismo, con esta oligarquía que ha hecho el Golpe.
Para nosotras, hay que repensar la izquierda. Así como hemos planteado descolonizar el feminismo, no podemos seguir con los mismos planteamientos de feministas europeas, cuya máxima discusión es estar frente a los hombres, porque los demás derechos los tienen totalmente garantizados. No podemos seguir teniendo las mismas discusiones porque nosotras, en territorios donde el extractivismo no es un cuento, tenemos que salvar a los animalitos. El extractivismo está extrayendo nuestro territorio, nuestros pueblos… aquí lo deben vivir ustedes con el mar, el extractivismo dentro del mar.
Cuando hablamos de trata, tráfico, feminicidios, no estamos hablando de alguien, sino de nuestras hermanas, son nuestras hijas las que desaparecen, son nuestras compañeras de trabajo asesinadas por un feminicidio, por la incapacidad de un teléfono que no responde, por la indiferencia de la sociedad. Cada 24 horas hay un feminicidio en la Argentina, en Bolivia cada 48 horas. Hay ausencia del Estado, no es prioridad para el Estado. No sé si es una prioridad para los sindicatos luchar contra la violencia hacia las mujeres. Pero sabemos que es una prioridad para nosotras, porque en cada una de las compañeras, hermanas que son asesinadas, morimos también nosotras; porque sabemos que no podemos hablar de revoluciones, ni de transformaciones, si nos siguen matando; porque estamos convencidas que no hay “Buen Vivir” si a las mujeres nos siguen matando.
Sabemos que no hay feminismos posibles, ni mareas, ni nada, si los feminicidios nos siguen matando, si las violaciones a las niñas continúan, si la impunidad que genera la justicia patriarcal continúa… Necesitamos transformarla, cambiarla, cancelarla, inventar otra, porque no es posible que los feminicidas y los violadores sigan impunes. Para nosotras esto es feminismo. Hacer esta discusión es hacer feminismo. Nosotras nos negamos a la exigencia de estudiar feminismo para poder ser feministas… yo no digo que esté mal estudiar, hay que leer seguramente ¿no? pero el feminismo se hace desde el cuerpo, como la lucha de clases se hace desde el cuerpo.
Esto se diferencia de lo que muchas veces se plantea en la Universidad, de que primero hay que leer a Marx para después ir a preguntarle a mi abuelo cómo pasó el 2001 aquí en Argentina, apretándose la barriga porque no había qué comer…. De aquí queremos partir nosotras, de esta memoria política que tenemos como Pueblo, de esta memoria ancestral, de esta memoria que tiene la clase obrera y trabajadora. Y después podemos completar con Marx, con Foucault o con quien quieran, pero primero queremos partir de nuestro cuerpo y nuestro territorio…
Nosotras decimos que nuestra memoria feminista está en nuestras abuelas. Bartolina Sisa en 1781, antes de la revolución francesa, ya estaba discutiendo sobre la violación sistemática, sobre la autonomía, sobre la autodeterminación, sobre las mujeres en un mundo colonial y de violencia. Tránsito Amaguaña, una abuela quichua, en la década de 1930, dio el primer discurso en la Unión Soviética, en quichua, discutiendo sobre el territorio, la tierra. ¿Qué comunismo puede haber si no discutimos sobre la tierra? Le decía al Partido Comunista, dentro de la Unión Soviética…
Ésta es nuestra memoria de lucha, y dentro de la clase obrera creo que hay que recuperar también estas memorias de nuestras abuelas, nuestros abuelos, trabajadores, trabajadores de las empresas de trenes que cada vez se cierran más. Como les decía a las compañeras y compañeros del sindicato, tenemos que luchar por estas memorias, porque además las nuevas generaciones no tienen estas memorias, porque han crecido en el neoliberalismo, sin derechos, sin obra social, sin ninguna seguridad, ¿cómo hacemos para hablar de revolución con ellos en este contexto?, ¿cómo hacemos para recuperar a nuestras huahuas como pueblos originarios en este contexto?
Para cerrar, hermanas, hermanos, gracias por haber venido, compañeras y compañeros… el sistema rompe las fronteras para poder dominar. En la cuarentena, ellos han seguido explotando. En las mineras, han seguido trabajando. Ahí están las concentraciones de muertos por COVID, porque las trabajadoras y trabajadores han tenido que seguir trabajando. En un mundo de pandemia patriarcal, donde el capitalismo no tiene cuarentena, pero el pueblo empobrecido sí, hay que romper también las fronteras para seguir haciendo nuestras luchas.
Agradecemos todo el abrazo que ha dado Argentina a Bolivia en el Golpe, y después en la pandemia. Nos han hecho llegar comunicación, medicamentos… Muchas cosas hemos aprendido con ustedes también: que sólo el Pueblo salva al Pueblo. Hemos caminado dentro del Feminismo y hemos aprendido también que sólo nosotras nos salvamos a nosotras. Esta autonomía creo que es fundamental que sigamos alimentando, para construir autonomía, autodeterminación, comunidad, Estados Plurinacionales y una lucha desde los pueblos que también atraviese las fronteras. ¡Muchas gracias!
[1] Feminista aymara referente del Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia. Disertación realizada el jueves 4 de noviembre de 2021 en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, en el marco de la Charla Abierta sobre “Feminismo Comunitario Patriarcal: potencialidad teórica, política y revolucionaria” organizada por el G-TEP Grupo de Teoría Social, Estudios Descoloniales y Pensamiento Crítico de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social de la Universidad Nacional de Mar del Plata.